Disfunción espinal y motora
Las alteraciones son diferentes en cada caso. Por ejemplo, la debilidad es una característica de las lesiones de la médula espinal, la fatiga es prominente en la esclerosis múltiple, el deterioro de la sensibilidad y el movimiento se produce comúnmente después de un accidente cerebrovascular, el deterioro del equilibrio se desarrolla en la enfermedad de Parkinson, y la parálisis cerebral suele ir acompañada de contractura. A menudo coexisten varias deficiencias en una misma persona y la prevalencia de todas ellas aumenta con la edad.
Las deficiencias motrices son extremadamente frecuentes en la población australiana y constituyen un importante problema de salud. Las razones son tres: es una característica de condiciones de salud prevalentes como el ictus (en 2003, aproximadamente 350.000 australianos sufrieron un ictus); la incidencia dentro de estas condiciones es alta (la mitad de los pacientes ingresados en el hospital con ictus desarrollan al menos una contractura en el plazo de seis meses [1]); y estas deficiencias suelen persistir, resolviéndose normalmente de forma lenta o no resolviéndose.
Aunque se sabe mucho sobre los mecanismos de algunas deficiencias motoras, como la debilidad muscular en personas mayores frágiles, se sabe poco sobre otras, como las contracturas en personas que han sufrido un ictus.
Parálisis cerebral
Los trastornos motores se definen en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) -publicado en 2013 para sustituir a la cuarta revisión del texto (DSM-IV-TR)- como una nueva subcategoría de los trastornos del neurodesarrollo. Los trastornos motores del DSM-5 incluyen el trastorno del desarrollo de la coordinación, el trastorno de movimientos estereotípicos y los trastornos por tics, incluido el síndrome de Tourette[2].
Los trastornos motores son disfunciones del sistema nervioso que causan movimientos o acciones involuntarias o incontrolables del cuerpo[3]. Estos trastornos pueden causar la falta de movimiento previsto o un exceso de movimiento involuntario[4]. Los síntomas de los trastornos motores incluyen temblores, sacudidas, espasmos, contracciones o problemas de la marcha[cita requerida].
El temblor es la sacudida incontrolable de un brazo o una pierna. Los espasmos o sacudidas de partes del cuerpo pueden producirse debido a un sonido sorprendente o a un dolor inesperado y repentino. Los espasmos y las contracciones son posiciones anormales temporales de las manos o los pies en reposo. Los espasmos son temporales, mientras que las contracciones pueden ser permanentes. Los problemas de la marcha son problemas en la forma de caminar o correr. Esto puede significar un paso inestable o arrastrar los pies junto con otras posibles irregularidades[3].
Ejemplos de discapacidades motrices
La discapacidad motora fina es la incapacidad o el deterioro de un individuo para realizar tareas que requieren cierto grado de destreza manual. La discapacidad motora fina es un síntoma de un proceso de enfermedad subyacente más que una enfermedad en sí misma. La realización de movimientos motores finos, incluso los más sencillos, requiere la comunicación entre la corteza premotora y motora, el cerebelo, los ganglios basales, los tractos corticoespinales y los nervios periféricos, sin olvidar el procesamiento de la función visoespacial, sensorial y ejecutiva.
Además, las lesiones de los componentes musculoesqueléticos también pueden afectar a la motricidad fina. La capacidad motora fina suele ser sinónimo en la literatura de la capacidad de un individuo para realizar movimientos precisos, voluntarios y coordinados con sus manos. Sin embargo, la destreza de los pies también se describe en relación con la capacidad atlética y la coordinación precisa de las extremidades inferiores necesaria para realizar movimientos sutiles requeridos en el deporte. Llamativamente, los individuos con ausencia congénita de manos con profesiones que requieren una habilidad motora fina, como los pintores, tienen “mapas de dedos” corticales en lugar de la representación de las manos.
Tipos de discapacidades
En este capítulo hablaremos de dos de las discapacidades motoras más comunes: la parálisis cerebral y la espina bífida. El término parálisis cerebral se refiere en realidad a un grupo de trastornos que se caracterizan por deficiencias en el movimiento o la postura como resultado de una lesión o anomalía del cerebro en desarrollo. La espina bífida es un término genérico para las afecciones crónicas relacionadas con defectos en el tubo neural en desarrollo. Para cada una de ellas, tratamos la definición y la clasificación, la prevalencia, la etiología, las estrategias de prevención, la evaluación, la gestión y los problemas de salud y desarrollo asociados.
Los programas de tratamiento para los niños con espina bífida y parálisis cerebral han evolucionado desde el énfasis en el tratamiento de la fisiopatología (por ejemplo, la espasticidad) y las deficiencias (por ejemplo, las contracturas articulares) hasta el énfasis en la mejora de las habilidades funcionales y la facilitación de la participación activa en las actividades típicas de la comunidad.
En general, el objetivo del tratamiento de los niños con discapacidades motoras, como la parálisis cerebral y la espina bífida, es garantizar la mayor calidad de vida posible facilitando el progreso motor temprano del niño; mejorando la calidad y la eficacia de la marcha; mejorando las habilidades funcionales del niño; previniendo problemas secundarios; tratando las condiciones de salud asociadas; y fomentando el desarrollo de la autodeterminación y la independencia a lo largo de la vida.